Es bien sabido que el Internet ha cambiado radicalmente el modelo de televisión tradicional: las plataformas de OTT (por las siglas en inglés de Over-The-Top) han transformado la forma de ver televisión, ofreciendo acceso bajo demanda a una amplia biblioteca de películas, programas de televisión y contenido original, y permitiendo también consumir televisión desde cualquier lugar en smartphones y tabletas.
Las consultoras y firmas de análisis señalan que los ingresos generados por el mercado global de televisión de paga están disminuyendo a una CAGR de alrededor del 5%, mientras que los ingresos de los servicios de video bajo demanda están aumentando al doble de esa tasa: se pronostica que, dentro de unos años, sus ingresos superarán los de la televisión de paga.
Sin embargo, a pesar de que el modelo de negocio de la televisión de paga existe desde hace años, el modelo de negocio de OTT aún está lejos de consolidarse.
En un espacio donde, hasta hace unos años, Netflix dominaba el mercado, ha surgido una multitud de nuevas plataformas OTT, creando una competencia feroz en un mercado en el que la tasa de abandono de suscriptores o churn, se ha convertido en el desafío más importante. La proliferación de plataformas de OTT también ha generado una importante fragmentación del contenido, lo que ha aumentado el problema de la visibilidad de los contenidos y ha empujado a los clientes a adoptar el comportamiento de «suscribirse, maratonear y cambiar de suscripción».
En un mercado cada vez más fragmentado, la publicidad hace su reaparición como la panacea que revolucionará el mercado. Mientras las plataformas OTT tradicionales están desarrollando ofertas financiadas con publicidad, se espera que las plataformas FAST OTT (de streaming gratis con anuncios) sean la próxima revolución, generando ingresos que alcanzarían los 10,000 millones de dólares para 2025 y aumentando aún más la fragmentación del mercado.
Pero, a todo esto, ¿qué ha pasado con la televisión tradicional?
Según un estudio reciente de OMDIA, la proporción entre la televisión lineal y la visualización de contenido en línea (incluyendo a Youtube, TikTok, etc.) ha alcanzado el 50% en mercados maduros como los Estados Unidos y el Reino Unido, mientras que se mantiene bastante fuerte en la mayoría de los países de Europa occidental, con entre un 70 y un 80%. Una encuesta similar de Morning Consult ha revelado que la visualización tradicional de televisión lineal sigue vigente, incluso entre las nuevas generaciones: un 27% de la generación Z y un 34% de los millennial aún miran televisión tradicional a diario.
No hace falta decir que siempre habrá contenido, como los eventos premium de deportes, que se consumirá en vivo: el debate sobre si dicho contenido llegará al usuario por el espectro radioeléctrico o a través de Internet entra en el terreno de las consideraciones tecnológicas.
Cuando, en el año 2021, la plataforma de OTT DAZN obtuvo los derechos de distribución de la liga de fútbol italiana en lugar de la plataforma de televisión de pago por satélite SKY, parecía que todo estaba decidido. Sin embargo, desde el inicio, el servicio de OTT sufrió cortes periódicos que incluso fueron objeto de una petición parlamentaria (el fútbol es un asunto muy serio en Italia) y que obligaron al operador de OTT a abrir un canal satelital a través de su competidor SKY.
La congestión de la red, que es común en eventos de alta demanda como los deportes en vivo, no es el único desafío al que se enfrentan los servicios OTT: la entrega de contenido a través de una plataforma implica que el operador OTT pague un peaje por cada bit que llega a cada usuario, lo que se conoce como costos de ancho de banda o de CDN (Content Delivery Network).
Cuanto mayor sea el número de usuarios o la calidad del contenido (4K), mayores serán los costos. Aquí es donde la transmisión vuelve a entrar en juego: ¡con ustedes, el DVB-NIP!
Se espera que el protocolo DVB-NIP (IP nativa), desarrollado por un equipo de empresas del sector liderado por los dos operadores de satélites más importantes de Europa, se convierta en un estándar europeo ETSI a finales del 2023.
En términos simples, el protocolo DVB-NIP potencia el canal de transmisión tradicional al permitirle transmitir contenido de TV en IP nativa, es decir, el formato utilizado por los OTT (para los geeks: multidifusión con velocidad de bits adaptable).
Con DVB-NIP, el decodificador de satélite tradicional podrá distribuir contenido no solamente a la televisión en la sala de estar, sino también a las tabletas y smartphones en el hogar a través de WiFi. El estándar también podrá aplicarse para otros casos de uso, como la distribución al borde de la red, en el sector hotelero o para la educación a distancia.
DVB-NIP reúne lo mejor de ambos mundos: trae la flexibilidad del consumo de contenidos de OTT a la transmisión por satélite, y la omnipresencia, fiabilidad, calidad y asequibilidad de la transmisión por satélite al mundo OTT.
Por Cristiano Benzi, SVP Global Video Products Development de Eutelsat