Durante muchos años los fabricantes de equipos para flujos de trabajo audiovisual miraban fuera de la industria broadcast de reojo, con poco interés. Hasta que las pantallas dejaron de estar solo en las salas de estar y comenzaron a proliferar en todos los aspectos de la vida: educación, trabajo, salud, culto.
Nuevos segmentos, otras industrias, diferentes interlocutores, pero una misma necesidad: generar contenido, producirlo, procesarlo, transportarlo y distribuirlo. Es así como los verticales de salud, corporativo, educación, casas de culto, relaciones de gobierno, parlamento… se volvieron apetecibles para los fabricantes y ahora se constituyen en un blanco directo de las estrategias de venta y servicio.
Esta realidad llegó en el mejor momento para los fabricantes, que aún guardan una gran porción de su oferta para el broadcast, pero saben con certeza real que estos nuevos campos son fértiles para sus productos.
En definitiva, esta es una industria en crecimiento vertical, que reproduce fórmulas y las ajusta a las necesidades de nuevos jugadores que requieren de tecnología para optimizar sus productos y servicios, sean estos clases magistrales, operaciones médicas, misas multitudinarias, o el más frecuente balance de emergencia sanitaria.